Como tan inesperada son la llegada
de las hojas en mi rostro,
Fue tu distanciamiento...
Quizás lo soñé o lo viví,
pero esos días fueron una
condena dictaminada,
por la justicia de la razón...
Eramos dos extraños
jugando a herirse,
a morir en frente la tristeza del otro.
En algunos de esos días,
añoraba enfermarme,
para que no me afectara tu desdeño.
Rogaba en desesperación,
una fiebre agonizante o
alguna extraña infección,
que acabara para siempre con mis males.
Sí...llegué al risco por tu ausencia.
Pero desde ahí te miraba,
esperabas que volteara y caminara hacia ti...
Al abrir mis ojos,siento mi cuerpo inexorable
ante tu abrazo,que siempre estuvo ahí.
Jepam